A 3.500
años luz de la Tierra, fuera de nuestro Sistema Solar, hay un planeta a
punto de ser devorado por su estrella, una gigante roja llamada KIC
8219268. Este planeta moribundo ha sido descubierto desde el observatorio astronómico hispano-alemán de Calar Alto, en Almería, utilizando datos del telescopio espacial de la NASA Kepler, que durante años ha rastreado el espacio a la búsqueda de huellas que indicaran la posible presencia de planetas.
Precisamente el observatorio almeriense es uno de los centros más afectados por los recortes en los presupuestos destinados a investigación en España, una situación que su personal ha denunciado reiteradamente en los últimos meses.
Los investigadores españoles del Centro de Astrobiología
(INTA-CSIC) que firman este trabajo sobre Kepler-91b, como ha sido
bautizado este mundo infernal, destacan que se trata del primer
exoplaneta (es decir, fuera del Sistema Solar) que ha sido confirmado
utilizando instrumentos desarrollados en nuestro país.
Según
detalla el astrofísico Jorge Lillo-Box, autor principal de este estudio,
que será publicado próximamente en la revista
Astronomy&Astrophysics Letters, se trata de un gigante gaseoso, con
un tamaño un 30% más grande que Júpiter. Si lo comparamos con nuestro
planeta, sería equivalente a unas 15 Tierras.
El equipo
español confirmó que el objeto llamado Kepler-91b era un planeta
mediante dos técnicas distintas, pues los resultados de su primer
estudio fueron cuestionados por otros investigadores, que sostenían que
no era un planeta. Primero, usaron una técnica llamada variación
elipsoidal, que sólo se utiliza para planetas masivos, de gran tamaño.
Los resultados de su trabajo fueron publicados a principios de este año
también en Astronomy&Astrophysics Letters
Casi
simultáneamente se publicaron trabajos de otros equipos investigadores
que rechazaban que Kepler-91b fuera un planeta basándose en análisis de
su curva de luz. Por ello, los científicos españoles retomaron el
estudio de este objeto, aplicando esta vez la técnica de la velocidad
radial (que mide el pequeño movimiento de la estrella que se produce
debido al tirón gravitatorio del planeta en su giro). Los resultados
obtenidos confirmaron los de su primer trabajo, estableciendo que
Kepler-91b era un planeta.
Le quedan 55 millones de años de vida
Su
descubrimiento está permitiendo observar el ocaso de uno de estos
mundos fuera de nuestro Sistema Solar. Teniendo en cuenta, eso sí, que
hablan en términos astronómicos: «Su tiempo de vida máximo es de unos 55
millones de años», calcula Lillo-Box. O dicho de otra manera, el
planeta ya ha consumido el 99% de su vida.
«Se han
detectado muy pocos casos como éste. Aunque también ha habido alguno en
el que se han visto indicios de que un planeta ya había sido engullido
por su estrella», añade el investigador.
Llegará un
día en el que la Tierra también será devorada por el Sol, cuando éste
evolucione, envejezca y se convierta otro tipo de astro. «Las estrellas
pasan la mayor parte de su vida en la fase adulta, que es por la que
atraviesa ahora nuestro sol. Es una fase larga y tranquila, en la que
suelen tener más o menos el mismo tamaño y temperatura. Cuando se le
acaba el hidrógeno que hay en su interior, que es su combustible,
empieza a quemar helio. Su núcleo se va contrayendo y las capas
exteriores se expanden, haciéndose mucho más grande», explica.
Mercurio,
Venus, la Tierra y Marte serían los primeros planetas devorados por el
Sol. Aunque para eso aún falta mucho tiempo. Nada menos que 4.500
millones de años.