Alabado sea
Jesucristo…
Hoy celebramos la Fiesta de Todos los Santos, una fecha
muy tradicional dentro del marco de la Iglesia Católica. Y es bueno reiterar
que SANTOS son todos los que habiendo muerto están ya gozando en el cielo la
presencia del Señor. Tenemos la costumbre de llamar así a los que han sido
canonizados oficialmente, luego de cumplir los pasos previstos para tal fin,
pero en verdad, el cielo está lleno de “santos anónimos”, personas iguales a
nosotros, que han pasado por el mundo haciendo el bien, amando con caridad y
cumpliendo los mandamientos… y hoy gozan el reino prometido.
Todos, pero todos, estamos llamados a ser santos, Dios
nos quiere santos, y para eso nos dio el Don de la Fe. Fue su regalo cuando nos
bautizaron, y todos los que estamos bautizados tenemos que ser santos, pero
también tenemos que querer serlo. Por eso, ese papa santo que fue San Juan
Pablo II, cuando se dirigía a los jóvenes a los que tanto amaba, en las
Jornadas de la Juventud que él instituyó, les decía: “No tengan miedo de ser
santos”.
Sepamos pues que el llamado a la santidad es para todos.
Y que el camino para conseguirlo no es algo extraordinario sino que consiste en
hacer bien las cosas ordinarias, las de todos los días, y cumplir los
mandamientos, que son una escuela de santidad para todos. Por eso, podríamos
decir que ser santos es querer seguir a Jesús, actuar como él, hacer el bien
como él, amar como él. Ser santo es -en definitiva- ser amigo de Jesús.
¡Buenos días!
Camino del éxito
Nadie alcanza el
éxito con un solo intento, ni perfecciona la vida con una sola rectificación,
ni alcanza altura con un solo vuelo. Nadie camina la vida sin haber pisado en
falso muchas veces... Nadie mira la vida sin acobardarse en muchas ocasiones,
ni se mete en el barco sin temerle a la tempestad, ni llega a puerto sin remar
muchas veces.
El éxito no es una casualidad sino la
recompensa: para quien lo buscó y luchó por él; para quien, al caer, supo
levantarse; para quien necesitó ayuda y supo pedirla; para quien, cuando se
sintió solo, buscó compañía; para quien, cuando tuvo duda, buscó a un
consejero; para quien, antes de buscar ser entendido, pudo entender; para quien
estuvo dispuesto a empezar en cualquier momento; para quien comprendió que el
amor es la fiel recompensa de amar.
Dios siempre está
dispuesto a concederte sus dones, pero pide tu colaboración, tu esfuerzo.
Leonardo da Vinci quiso sobre su tumba este epitafio: “Tú, Señor, regalas todos
tus dones al precio del esfuerzo”. El éxito comienza siempre con una voluntad
decidida a permanecer firme en la lucha, ése es el gran regalo de Dios.
Utilízalo con humildad.
Enviado por el P. Natalio
Sagrado
Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un día más para adorarte y
servirte. Hagamos como decía San Agustín: Señor a tí sólo busco, a tí
sólo amo y tuyo quiero ser. Mi único deseo es conocerte y amarte. (Sol
1,1). La mies es mucha y pocos son los obreros para recogerla. El Señor
dijo: Vengan a mí los que están cansados y agobiados, que yo los
consolaré (Mt 11.28). Es la palabra de Dios. Alabado sea Jesuscristo.
Amén. Yo dibulgo cada día Pequeñas Semillitas, con el vehemente deseo de
que se propague la Fe, en el Sagrado Corazón de Jesús y suplico a
todos los creyentes y no creyentes , que pidan al Señor Jesuscristo en
oración, que no haya más guerras ni hambre en el mundo, ni atentados
terroristas, ni políticos de guante blanco y reine la Paz, así cómo el
amor, en todos los rincones del Orbe. Así sea. Detente, el Sagrado
Corazón de Jesús, está conmigo. Casimiro López