AL CALOR DEL FUEGO
Ahora que siento tus manos entregadas,
escondido el día y el descanso se acumula
entre las sombras frías de la tarde.
Rompe el silencio, la caricia sublime de tus besos,
en mi mente extrañas sensaciones
de un día de otoño, de recogimiento, de entrega,
de abrazos junto al fuego.
La alfombra calida nos acoge con su pelaje lanudo,
las manos vuelan en armoniosa danza,
la nocturna alevosía de las palabras,
que van danzando, acordes de esa musicalidad
arrolladora de suspiros, que van siendo acompasados
de tiempos de sublimidad.
Se acogen nuestros cuerpos danzantes
de rítmicas fantasías, de figuras que se estampan
en las paredes mudas, proyectando ilustraciones
desde la luz que reciben del fuego.
Nosotros cómplices de caricias nos vamos dando,
entrando en recovecos de nuestros cuerpos,
babeando lascivos, el jugo que mana
de nuestros organismos.
Los labios enardecidos, deseosos de besos
que inalcanzablemente, reiteran para darse
y subyugarse entre ellos.
Las piernas se nos recogen, agarrándose
y sosteniéndose en la carga de apoyo contenido,
algo mas de suspiros que se adormecen e
ntre los latidos, y que se difuminan por el entorno,
los gemidos salpican el silencio y en un ahogo
nos vamos sumiendo en un placer que denota
la llegada de ese sosiego de paz,
que tras un rasgo de amor nos lleva
a incansables poses de entrega.
La pasión se desborda, el sudor se desliza,
los gemidos se apagan y la alfombra nos envuelve,
mientras las sombras se aquietan.
El crepitar del fuego ahora es el protagonista,
su luz alumbra la estancia que se adormece mecida
por la danza del fuego, que la chimenea acoge
en su calidez y nosotros caemos tiernos y rendidos
después de amarnos, el tierno abrazo,
la dulce calidez de un te quiero, miradas
que se pierden en la otra mirada.
Sin palabras, interna quietud de los sentidos,
que adormecidos esperan despertar
en un nuevo clímax de deseo,
y continuar apasionadamente un nuevo despertar
de deseo que desde el alma se alzará
incontenido rebosante de amor.