Alabado sea
Jesucristo…
Llegamos al final del año litúrgico y al final de lo que
llamamos el “tiempo ordinario” dentro de lo que es el calendario litúrgico.
En el primer domingo del tiempo ordinario contemplábamos
al joven carpintero de Nazaret, Jesús, ir al Jordán para ser bautizado como
todos los hombres que acudían a Juan. Después del bautismo Jesús oye la voz del
Padre que le dice “tú eres mi hijo amado, mi predilecto”. Y a continuación
Marcos nos describe una actividad incansable del joven Jesús anunciando el reino
de amor de su Padre.
En los siguientes domingos del tiempo ordinario hasta hoy
Jesús ha desplegado un ministerio de compasión y ternura nunca experimentados
por el ser humano, de tal forma que muchos dicen ¿qué es esto? ¿quién es éste?
Nunca habíamos visto algo igual.
Al mismo tiempo que Jesús hace la opción de estar con los
más abandonados de la sociedad, pobres y pecadores marginados, invita a sus
discípulos y a nosotros a hacer lo mismo.
Hoy este Jesús lo celebramos como Rey del Universo, no
rey de poder y gloria como lo entendemos los humanos, sino rey de compasión,
ternura y bondad sin límites, tal como nos le explica el Evangelio.
Su juicio sobre nuestra vida social, de relación de unos
con otros, es sumamente sorprendente y debemos entenderlo para encaminar
nuestra vida al servicio de nuestros hermanos que más sufren: los pobres de
toda pobreza.
¡Buenos días!
Alegría y paz
La Virgen de la
Paz desea que goces de esa serenidad que ofrecía su Hijo: “les doy mi paz, pero
no como la da el mundo” (Juan 14, 27). Es una paz que nada puede turbar ni el
más terrible vendaval. “La serenidad —escribió Kempis— no es estar a salvo de
la tormenta, sino encontrar la paz en medio de ella”. El mensaje de hoy invita
a abandonarte en las manos de Dios. Ése es el camino.
“¡Queridos hijos! Los invito a un abandono
total a Dios. Los invito al gran regocijo y a la paz que sólo Dios da. Yo estoy
con ustedes e intercedo cada día por ustedes ante Dios. Queridos hijitos, los
invito a escucharme y a vivir los mensajes que yo les doy desde hace ya varios
años. Todos ustedes están llamados a la santidad, pero ustedes todavía están
lejos de ella. Yo les doy mi bendición. Gracias por haber respondido a mi
llamado!
El camino de
abandono total en Dios, tiene un nombre, es el camino de la santidad, porque
requiere confianza y amor total a Dios, en quien hemos puesto nuestra
esperanza. María Santísima intercede para que te decidas sin miedo, “como un
niño en los brazos de su madre” (Salmo 131). Te deseo de corazón un día de
mucha paz.
Enviado por el P. Natalio
Sagrado
Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un día más para adorarte y
servirte. Hagamos como decía San Agustín: Señor a tí sólo busco, a tí
sólo amo y tuyo quiero ser. Mi único deseo es conocerte y amarte. (Sol
1,1). La mies es mucha y pocos son los obreros para recogerla. El Señor
dijo: Vengan a mí los que están cansados y agobiados, que yo los
consolaré (Mt 11.28). Es la palabra de Dios. Alabado sea Jesuscristo.
Amén. Yo dibulgo cada día Pequeñas Semillitas, con el vehemente deseo de
que se propague la Fe, en el Sagrado Corazón de Jesús y suplico a
todos los creyentes y no creyentes , que pidan al Señor Jesuscristo en
oración, que no haya más guerras ni hambre en el mundo, ni atentados
terroristas, ni políticos de guante blanco y reine la Paz, así cómo el
amor, en todos los rincones del Orbe. Así sea. Detente, el Sagrado
Corazón de Jesús, está conmigo. Casimiro López