Alabado sea
Jesucristo…
Hoy celebramos a la Virgen
de la Medalla Milagrosa, advocación mariana referida a las apariciones de
la Virgen Santísima a Santa Catalina de Labouré en París, en al año 1830,
cuando era novicia de las Hermanas de la Caridad fundadas por Santa Luisa de
Marillac, discípula del gran San Vicente de Paul.
Se refiere también que durante los nueve meses de su
noviciado, Sor Catalina (cuya fiesta es mañana) tuvo la gracia de ver todos los
días al Señor en el Santísimo Sacramento.
La historia de las apariciones de la Virgen, sus mensajes
e instrucciones a la monja francesa, es tan interesante como extensa. Por eso
quienes deseen leer más pueden hacerlo en la página dedicada al tema en Corazones.org o también en el Web Católico de Javier.
La gran diferencia
“Decimos ‘Madre
de Dios’ y lo decimos tranquilamente, con la misma naturalidad con que decimos
la madre de Carlos o de Susana. Sin embargo, esa expresión está reclamando
nuestro estupor, incluso cierta resistencia, cierto escándalo. Madre de Dios.
En el límite del lenguaje y al borde mismo del absurdo, hemos tenido que hablar
así: Dios, que es incapaz de hacer otro Dios, hizo lo más que podía hacer, una
madre de Dios”, (José Cabodevilla).
Una persona decía a un amigo: —¿Por qué
honrar tanto a la Virgen María? ¿Es que hay diferencia entre ella y mi madre? Y
el amigo le respondió: —Supongamos que entre las dos madres no hubiera tanta
diferencia. Pero entre el Hijo de la una y el hijo de la otra sí hay una
diferencia inmensa, infinita. Por eso amamos a la Virgen María: porque es Madre
del verdadero Dios. Si el pueblo de Israel honraba tanto a Betsabé, por ser la
madre del sabio rey Salomón, ¿no deberemos honrar nosotros a María Santísima
por ser Madre del más grande hombre que ha tenido el mundo, que es nuestro Señor
Jesucristo y nuestro Dios?
“En la Sagrada
Escritura encontramos pocas palabras de la Virgen, pero son como granos de oro
puro: si los fundimos con el fuego de una amorosa contemplación, serán
suficientes para irradiar sobre toda nuestra vida el esplendor luminoso de las
virtudes de María” (Santa Teresa Benedicta de la Cruz). Hazla conocer, amar y
honrar por los demás.
Enviado por el P. Natalio
Sagrado
Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un día más para adorarte y
servirte. Hagamos como decía San Agustín: Señor a tí sólo busco, a tí
sólo amo y tuyo quiero ser. Mi único deseo es conocerte y amarte. (Sol
1,1). La mies es mucha y pocos son los obreros para recogerla. El Señor
dijo: Vengan a mí los que están cansados y agobiados, que yo los
consolaré (Mt 11.28). Es la palabra de Dios. Alabado sea Jesuscristo.
Amén. Yo dibulgo cada día Pequeñas Semillitas, con el vehemente deseo de
que se propague la Fe, en el Sagrado Corazón de Jesús y suplico a
todos los creyentes y no creyentes , que pidan al Señor Jesuscristo en
oración, que no haya más guerras ni hambre en el mundo, ni atentados
terroristas, ni políticos de guante blanco y reine la Paz, así cómo el
amor, en todos los rincones del Orbe. Así sea. Detente, el Sagrado
Corazón de Jesús, está conmigo. Casimiro López