Alabado sea
Jesucristo…
Estamos en el tiempo litúrgico del Adviento que nos
prepara para la Santa Navidad. Como todos sabemos la palabra “Adviento”
significa ‘venida’, ‘presencia’, y antiguamente indicaba la llegada del rey o
del emperador a una determinada provincia. Para nosotros los cristianos,
significa una realidad maravillosa y desconcertante. Dios mismo ha atravesado
su cielo y se ha inclinado hacia el hombre; ha forjado una alianza con él,
entrando en la historia de un pueblo.
Él es el rey que ha bajado a esta pobre provincia que es
la tierra, y nos ha obsequiado con su visita asumiendo nuestra carne,
haciéndose hombre como nosotros. El Adviento nos invita a recorrer el camino de
esta presencia y nos recuerda una y otra vez que Dios no se ha ido del mundo,
que no está ausente, que no nos abandona; al contrario, sale a nuestro
encuentro de diferentes maneras que tenemos que aprender a discernir.
Y también nosotros, con nuestra fe, nuestra esperanza y
nuestra caridad, estamos llamados, día a día, a distinguir y testimoniar esta
presencia en el mundo a menudo superficial y distraído, a hacer que
resplandezca en nuestra vida la luz que ha iluminado la gruta de Belén.
Benedicto XVI
¡Buenos días!
La escalera de caracol
La generosidad es
una virtud que te pone en sintonía con Dios que es todo amor y donación de sí
mismo. Cada día puedes empezar a ser generoso en gestos pequeños. Con la
práctica se te irá abriendo el corazón, descubrirás la alegría de dar y
comprobarás, maravillado, que recibes mucho más de lo que das.
Un carpintero se puso un día a construir una
escalera de caracol para llegar al cielo. Pasó un vecino y le dijo: —Si me
regalas unos peldaños, a mí me servirán mucho y a ti no te dañará. El
trabajador se rascó la cabeza y se los dio. El vecino agradeció y se fue
silbando. El obrero siguió su trabajo. Pasó una pobre mujer y le pidió un poco
de madera ya que una pared de su casa dejaba colar el viento. El carpintero
accedió. La mujer se fue sonriendo. Vinieron muchos más y el trabajador seguía
dando. El invierno era duro, la miseria grande y el carpintero regalaba
peldaños, aún para usarlos de leña. Y decía: —No comprendo, mujer. Mi escalera
es cada vez más chica, ¡pero, subo por ella al cielo! Ella le replicó: —¿Acaso
no ves que por tu generosidad el cielo está más cerca de la tierra?
Está alerta
porque a lo largo de este día: el Señor te ofrecerá al menos una ocasión de
ayudar concretamente a alguien que te necesita. Tal vez sea un favor sencillo y
fácil, o no tanto. Pero es indudable que te dejará la alegría de haber sido
instrumento del amor de Dios para con tus semejantes.
Enviado por el P. Natalio
Sagrado
Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un día más para
adorarte y servirte. Hagamos como decía San Agustín: Señor a tí
sólo busco, a tí sólo amo y tuyo quiero ser. Mi único deseo es
conocerte y amarte. (Sol 1,1). La mies es mucha y pocos son los
obreros para recogerla. El Señor dijo: Vengan a mí los que están
cansados y agobiados, que yo los consolaré (Mt 11.28). Es la
palabra de Dios. Alabado sea Jesuscristo. Amén. Yo dibulgo cada día
Pequeñas Semillitas, con el vehemente deseo de que se propague la
Fe, en el Sagrado Corazón de Jesús y suplico a todos los creyentes y
no creyentes , que pidan al Señor Jesuscristo en oración, que no
haya más guerras ni hambre en el mundo, ni atentados terroristas,
ni políticos de guante blanco y reine la Paz, así cómo el amor, en
todos los rincones del Orbe. Así sea. Detente, el Sagrado Corazón
de Jesús, está conmigo. Casimiro López