Alabado sea
Jesucristo…
Cuentan que San Jerónimo vivió durante 25 años en la
gruta del nacimiento de Jesús, mientras se dedicaba a la traducción de la
Biblia al latín, por encargo del Papa San Dámaso. Un día hizo esta oración:
Querido Niño, ¿cómo podré compensarte, ya que para
hacerme feliz, has bajado a esta pobre gruta y has padecido tanto por mí?
Alaba a Dios, oyó que decían, y glorifícalo con las
palabras: “Gloria a Dios en las alturas”.
Pero yo, querido Niño, quiero darte alguna cosa; quiero
darte todo mi dinero.
Dalo a los pobres y será como si me lo hubieras dado a
mí.
Sí, lo haré; pero, yo quiero darte alguna cosa también a
ti; si no moriré de dolor.
Entonces dame tus pecados; los quiero para mí; para
borrarlos.
¡Oh querido Niño, dijo el Santo llorando; toma todo lo
que es mío y dame todo lo que es tuyo!
¡Buenos días!
El fabricante de jabón
Dios creó al
hombre libre. Frente a la verdad puede abrirse o cerrarse, aceptar o negar.
Este es el misterio del hombre frente a la generosa oferta de salvación que
Jesús, el Hijo de Dios nos hace. Si el Evangelio, levadura santa de Dios, no
penetra en los corazones, jamás podrá mejorarse la masa humana y hacer retroceder
la oscuridad del mal y del egoísmo.
Un fabricante de jabón dijo a un sacerdote:
“El cristianismo no ha logrado nada. Hace 2000 años que se predica y el mundo
no ha mejorado. Todavía hay mucho mal y gente mala”. El sacerdote señaló a un
chico sucio de la cabeza a los pies, y respondió: “El jabón no ha logrado nada.
Todavía hay suciedad y gente sucia en el mundo”. “El jabón –contestó el
empresario- sirve solamente si se lo aplica”. Y el cura volvió a replicar: “La
fe cristiana también”.
No basta escuchar
y conocer las verdades de la fe: hay que vivirlas. “Dichoso el hombre que
escucha la Palabra de Dios y la practica”. Sólo así tu vida adquirirá
consistencia y nada la derribará, pasarás victorioso las pruebas de este mundo
perecedero y tendrás junto a Dios una morada de eterna felicidad. El Señor te
asista en el combate de la fe.
Enviado por el P. Natalio
Sagrado
Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un día más para
adorarte y servirte. Hagamos como decía San Agustín: Señor a tí
sólo busco, a tí sólo amo y tuyo quiero ser. Mi único deseo es
conocerte y amarte. (Sol 1,1). La mies es mucha y pocos son los
obreros para recogerla. El Señor dijo: Vengan a mí los que están
cansados y agobiados, que yo los consolaré (Mt 11.28). Es la
palabra de Dios. Alabado sea Jesuscristo. Amén. Yo dibulgo cada día
Pequeñas Semillitas, con el vehemente deseo de que se propague la
Fe, en el Sagrado Corazón de Jesús y suplico a todos los creyentes y
no creyentes , que pidan al Señor Jesuscristo en oración, que no
haya más guerras ni hambre en el mundo, ni atentados terroristas,
ni políticos de guante blanco y reine la Paz, así cómo el amor, en
todos los rincones del Orbe. Así sea. Detente, el Sagrado Corazón
de Jesús, está conmigo. Casimiro López