Alabado sea
Jesucristo…
Cuando perdono a alguien, puede que mi cuerpo responda de
varias maneras. Tal vez mi pecho se sienta apretado debido a una resistencia interna.
O quizás sienta una paz profunda que confirma que estoy listo para dejar ir el
resentimiento.
Hoy elijo liberarme por medio del perdón. Al hacerlo,
suelto el estrés. Hago espacio para recibir la paz y el amor de Dios.
Bendiciones mayores me aguardan a medida que hago a un
lado los pensamientos y actitudes que juzgan y condenan. Soy inspirado,
edificado y mi carga se disipa. Me perdono y perdono a los demás, y amo
incondicionalmente a las personas en mi vida. Recibo con gozo nuevas maneras de
pensar y vivir. Gracias al perdón ¡soy libre!
¡Buenos días!
Anuncio urgente
Minuto a minuto,
con la mano abierta, en el surco de la vida, ¡siembra! Deja caer el grano, entrega al mundo tu ofrenda, como el
Sembrador Divino… ¡Siembra! Nada se pierde de lo que se entrega; el Señor
cosecha, tú… ¡Siembra! No importa que
nunca veas el fruto en sazón; tú sólo eres instrumento: ¡Siembra!
Se necesita: un ejército pacífico y unido que
crea en el valor de las pequeñas cosas; gente que construya la historia y no se
deje arrastrar por los acontecimientos; más corazones desarmados, en un mundo
lleno de rivalidades; almas magnánimas en una sociedad interesada; espíritus
fuertes para un tiempo de mediocridades; más trabajadores y menos personas que
critiquen. Necesitamos con urgencia, sin falta, una asociación de manos
bienhechoras encendiendo una luz para iluminar el pesimismo de la multitud con
un fósforo en las manos, pequeño, insignificante, pero que ilumine disipando la
oscuridad que trata de envolvernos.
Que este mensaje
genere en tu corazón el propósito de aprovechar mejor cada día “en todo lo que
es verdadero y noble, en todo lo que es justo y puro, amable y digno de honra,
en todo lo que haya de virtuoso y merecedor de alabanza” (Fil. 4, 8).
Enviado por el P. Natalio
Sagrado
Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un día más para
adorarte y servirte. Hagamos como decía San Agustín: Señor a tí
sólo busco, a tí sólo amo y tuyo quiero ser. Mi único deseo es
conocerte y amarte. (Sol 1,1). La mies es mucha y pocos son los
obreros para recogerla. El Señor dijo: Vengan a mí los que están
cansados y agobiados, que yo los consolaré (Mt 11.28). Es la
palabra de Dios. Alabado sea Jesuscristo. Amén. Yo dibulgo cada día
Pequeñas Semillitas, con el vehemente deseo de que se propague la
Fe, en el Sagrado Corazón de Jesús y suplico a todos los creyentes y
no creyentes , que pidan al Señor Jesuscristo en oración, que no
haya más guerras ni hambre en el mundo, ni atentados terroristas,
ni políticos de guante blanco y reine la Paz, así cómo el amor, en
todos los rincones del Orbe. Así sea. Detente, el Sagrado Corazón
de Jesús, está conmigo. Casimiro López