Alabado sea
Jesucristo…
El Evangelio sugiere que Jesús trata de contraponer dos
actitudes ante el mensaje de Dios. Dos actitudes que se repiten a lo largo de
los siglos.
Los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, a los que
se dirige, parecían en principio más cercanos a la palabra de Dios. Eran
oficialmente un modelo social y religioso. Pero no aceptaron la invitación a la
santidad y a la justicia que les dirigía Juan Bautista.
Los publicanos y las prostitutas eran ciertamente
marginados sociales. Eran considerados como la imagen misma del pecado,
personas descalificadas en lo religioso y en lo moral, y a quienes Jesús se
dedicó especialmente. Parecían ignorar la voluntad de Dios, pero escucharon al
Bautista y se convirtieron. Y eso es lo importante a los ojos del Maestro.
Ellos estarán por delante de los sacerdotes y fariseos en el camino hacia el
Reino.
Y es que Jesús no rechaza a nadie. Quienes se creen en posesión
de la verdad y no sienten necesidad de acogida ni de acoger, de perdón ni de
perdonar, se autoexcluyen.
La parábola habla del hombre. Nos pregunta dónde ponemos
nuestros intereses a la hora de escuchar a Dios. Y nos recuerda el valor de la
conversión. Pero la parábola nos habla, sobre todo, de Dios. Él no espera de
nosotros tan solo buenas palabras. Espera la seriedad de nuestro compromiso.
Padre, gracias por invitarnos a trabajar en tu viña, que
es también la nuestra. Que nuestros intereses no nos impidan escuchar tu
palabra y cumplir tu voluntad.
¡Buenos días!
Tomados de la mano
¿Quién duda que
todos necesitamos de los bienes económicos? Pero de la necesidad, a veces se
pasa a la ambición y de esta a la avaricia y la codicia. El que entra en la
carrera del “tener” y “acumular” ¿se pone un límite? ¿Tiene sentido tener más y
más, acumular bienes como sea: con el sudor de la frente o con el sudor del de
“enfrente?”.
Caminaba una señora por el centro comercial
de una pequeña ciudad, cuando se cruzó con una pareja ya entrada en años, que
paseaban felices tomados de la mano. Les expresó su satisfacción de verlos tan
contentos, manifestando su cariño con ese sencillo gesto de amor. —Hace treinta
y cinco años que tomo la mano de mi esposa al salir de paseo –contestó el
señor, pero añadió enseguida bajando la voz–. Debo hacerlo siempre, porque si
me olvido, se me va de compras…
Necesitamos que
nuestro corazón alcance la sabiduría: convencernos que es sabio trabajar para
vivir, pero es insensato vivir prisionero de la avaricia y la codicia. La
desenfrenada preocupación por amontonar no permite disfrutar de la vida (Prov
13, 12) y mucho menos compartir con quienes lo necesitan (APC).
Enviado por el P. Natalio
Sagrado
Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un día más para
adorarte y servirte. Hagamos como decía San Agustín: Señor a tí
sólo busco, a tí sólo amo y tuyo quiero ser. Mi único deseo es
conocerte y amarte. (Sol 1,1). La mies es mucha y pocos son los
obreros para recogerla. El Señor dijo: Vengan a mí los que están
cansados y agobiados, que yo los consolaré (Mt 11.28). Es la
palabra de Dios. Alabado sea Jesuscristo. Amén. Yo dibulgo cada día
Pequeñas Semillitas, con el vehemente deseo de que se propague la
Fe, en el Sagrado Corazón de Jesús y suplico a todos los creyentes y
no creyentes , que pidan al Señor Jesuscristo en oración, que no
haya más guerras ni hambre en el mundo, ni atentados terroristas,
ni políticos de guante blanco y reine la Paz, así cómo el amor, en
todos los rincones del Orbe. Así sea. Detente, el Sagrado Corazón
de Jesús, está conmigo. Casimiro López