Descubrir de dónde procede el agua de la Tierra es uno los anhelos de los astrofísicos. Para intentar resolver este enigma, investigan la composición de otros objetos del Sistema Solar. En el punto de mira se encuentran, sobre todo, los asteroides y los cometas, pues los científicos creen que podrían conservar las claves que expliquen el origen de la vida en nuestro planeta.
Uno de los principales objetivos de misión de la sonda Rosetta de la Agencia Espacial Europea (ESA) en el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, en cuya órbita entró el pasado mes de agosto, era precisamente averiguar si el agua de estas rocas de hielo y polvo pudo ser el origen de la que hay en los océanos de la Tierra.
Una teoría que parecían respaldar algunos estudios recientes realizados en unos pocos cometas de la familia de Júpiter (a la que pertenece 67P) y la nube de Oort utilizando los datos recabados por la sonda espacial Giotto, el telescopio espacial Herschel, que detectó que el agua del cometa 103P/Hartley era parecida a la de la Tierra, o incluso telescopios terrestres, capaces de investigar la composición de estas rocas cuando son muy brillantes y pasan cerca de la Tierra.
Sin embargo, un estudio publicado en Science Express a partir de los datos recabados por la sonda Rosetta ha descartado que el agua del cometa 67/Churyumov-Gerasimenko sea similar a la de la Tierra.
Según señaló el martes en una rueda de prensa telefónica desde Suiza Kathrin Altwegg, investigadora de la Universidad de Berna y autora principal, «es más probable que el agua terrestre haya sido traída por asteroides que por cometas».
Las mediciones han sido realizadas por ROSINA, uno de los instrumentos que lleva Rosetta. Se trata de un espectrómetro de masas que permite analizar la composición del coma del cometa.
«Cuando está alejado del Sol, un cometa es un cuerpo sólido, prácticamente desnudo, como si fuera un asteroide. A medida que se acerca y va calentándose, los hielos empiezan a sublimar, van convirtiéndose en gas y arrastran partículas de polvo. El polvo y el gas forman alrededor del núcleo una especie de atmósfera que llamamos coma. Y su extensión puede ser muy grande. En agosto, cuando la nave Rosetta empezó a hacer mediciones, el coma medía más de 1.000 kilómetros, así que la nave estaba dentro», explica a EL MUNDO el científico Pedro J. Gutiérrez, investigador de la misión Rosetta en el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC). En concreto Gutiérrez trabaja con OSIRIS, otro de los instrumentos de la nave de la ESA.
Un espectrómetro de masas como ROSINA, el más sofisticado que ha sido enviado al espacio, permite comparar el agua presente en el 67P con la de la Tierra y con la que contienen otros cometas. Y para ello, los científicos utilizan la denominada razón deuterio-hidrógeno (o cociente deuterio-hidrógeno), que indica la cantidad de deuterio (un isótopo del hidrógeno) que hay respecto a la de hidrógeno. Algunas moléculas de agua contienen átomos de hidrógeno regulares (con un protón y un electrón) pero, en otras, el hidrógeno es reemplazado por el isótopo deuterio, que tiene, además, un neutrón.
«Conocemos el valor de la razón deuterio-hidrógeno que tiene el agua en la Tierra y buscamos objetos en el Sistema Solar con un valor similar», relata por teléfono Gutiérrez.
Comparación con los océanos terrestres
Según los resultados del estudio publicado esta semana, la razón deuterio-hidrógeno del agua del cometa 67P es tres veces mayor que la de los océanos terrestres. Es también mayor que en otros cometas estudiados de la misma familia de Júpiter, por lo que los autores señalan que estos objetos son más diversos de lo que creían.
«Este estudio muestra que cometas como 67P no pudieron traer el agua a la Tierra», afirma Gutiérrez, que admite que esperaba que la razón deuterio-hidrógeno del este cuerpo fuera más baja debido a los resultados que dieron otros cometas de su misma familia, y que sugerían que pudieron traer el agua a la Tierra.
Más baja que en 67P pero más alta que en los océanos terrestres fue la razón deuterio-hidrógeno en el famoso 1P/Halley, que pertenece a otra familia de cometas (Oort), y que fue estudiado por la sonda espacial Giotto de la ESA en 1986, cuando se situó a unos 600 km. de su núcleo.
El astrofísico Pedro Gutiérrez recuerda que «hay millones de cometas, pero sólo conocemos unos pocos». Y de ellos, en apenas una decena (sumando los de la familia de Júpiter y la nube de Oort) se ha estudiado la composición de agua. «Rosetta ha planteado nuevas dudas sobre el origen del agua en la Tierra», concluye.