Las circunstancias que propiciaron el nacimiento de la Tierra y de nuestro sistema solar no fueron tan extraordinarias como se pensó durante mucho tiempo. Desde hace décadas, los científicos sospechan que los cimientos de la química que hizo posible la vida se dan también en otros lugares del Universo, en regiones en las que podrían formarse sistemas solares no muy distintos al nuestro. Una hipótesis que están empezando a demostrar gracias a grandes proyectos científicos como ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array) , el mayor radiotelescopio del mundo.
A partir de las observaciones realizadas por este telescopio construido en el desierto chileno de Atacama, los científicos han logrado detectar por primera vez la presencia de moléculas orgánicas complejas en un disco proto-planetario alrededor de una estrella joven. Este tipo de moléculas se consideran los componentes esenciales para que se origine la vida.
En concreto, hallaron grandes cantidades de cianuro de metilo (CH3CN), una molécula compleja basada en el carbono. Hay tanto cianuro de metilo alrededor de esta estrella, llamada MWC 480, como para llenar todos los océanos de la Tierra, dicen los autores de este estudio, publicado esta semana en la revista Nature.
Según detallan, esta estrella dobla en masa al Sol y está situada a una distancia de 455 años luz, en la región de formación estelar de la constelación de Tauro. Sólo tiene un millón de años (el Sol tiene más de 4.000 millones de años).
«Es bastante común detectar moléculas orgánicas en discos proto-planetarios en torno a estrellas en formación, con ALMA o con otros telescopios que le han precedido, pero son moléculas muy simples. Lo interesante de este descubrimiento es que han visto por primera vez moléculas orgánicas más complejas en una zona equivalente a la región del cinturón de Kuiper de nuestro sistema solar, más allá de Neptuno, donde se encuentran numerosos cometas», explica a EL MUNDO la española Itziar de Gregorio, astrónoma de ALMA. En 2012, recuerda, este radiotelescopio detectó también moléculas de azúcar presentes en el gas que rodea a una estrella joven.
El cielo alrededor de la estrella MWC480, in la constelación de Tauro ESO/Digitized Sky Survey 2
Ahora, el radiotelescopio ha detectado tanto cianuro de metilo como ácido cianhídrico (HCN), una molécula más simple. Estaban en los confines del disco recién formado de la estrella, en una fría región en la que creen que se forman cometas. Los astrofísicos piensan que la zona en la que han detectado esas moléculas es análoga a esa región de nuestro sistema solar conocida como el cinturón de Kuiper, que alberga numerosos objetos helados. «Los estudios de cometas y asteroides muestran que la nebulosa solar que generó al Sol y los planetas era rica en agua y compuestos orgánicos complejos», ha declarado Karin öberg, astrónoma del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica de Cambridge, Massachusetts (EEUU) y autora principal de este estudio, en un comunicado de prensa del Observatorio Europeo Austral (ESO).
Y de la misma forma que esa nebulosa era rica en agua y compuestos orgánicos complejos, los científicos creen que esa química existe también en otras partes del Universo.
Los cianuros y, en particular, el cianuro de metilo, contienen enlaces carbono-nitrógeno, que son esenciales para la formación de los aminoácidos, son la base para la creación de las proteínas y constituyen los componentes esenciales para la construcción de la vida. Pero hasta ahora los científicos no sabían si estas moléculas complejas pueden formarse y sobrevivir en un sistema solar joven en el que los enlaces químicos son más débiles. Según sugieren los datos recabados por las antenas del radiotelescopio ALMA, las moléculas sobreviven e incluso prosperan.
Karin öberg recuerda que, gracias al estudio de exoplanetas, sabemos que nuestro sistema solar no es el único que alberga planetas y tiene agua. «Ahora sabemos que tampoco somos únicos en cuanto a nuestra química orgánica» lo que, «desde el punto de vista de la vida en el universo, es una buena noticia». «Una vez más, hemos aprendido que no somos especiales», concluye.
«Las moléculas orgánicas complejas han sido descubiertas ya en cometas y, de algún modo, es natural encontrarlas también en un disco proto-planetario en cuyos confines se originan los cometas. Sin embargo, a pesar de que una vez que las encuentras parece algo natural, detectarlas por primera vez no fue nada fácil. Fue necesario construir una infraestructura como ALMA para conseguirlo», explica a este diario Willy Benz, director del Instituto de Física de la Universidad de Berna (Suiza), que este miércoles inaugura en Madrid el ciclo de conferencias de la Fundación BBVA La ciencia del cosmos.
«ALMA es una instalación extraordinaria y única que va a revolucionar lo que sabemos, entre otros temas, sobre los discos proto-planetarios», asegura.