Dios está conmigo dondequiera que vaya. Me siento seguro y a salvo.
Los niños que temen la oscuridad buscan la seguridad de sus padres o de un ser querido. Una vez que la luz es encendida y son abrazados, ellos se sienten seguros y a salvo. Lo mismo es cierto acerca de nosotros. Cuando nos sentimos rodeados de oscuridad, podemos encontrar seguridad en el Espíritu divino. Dios está allí con nosotros; Dios está siempre con nosotros.
La oscuridad de la duda es disipada rápidamente por la luz de Dios cuando afirmamos: La luz de Dios nos rodea, el amor de Dios nos envuelve. La luz divina tiene poder para transformar cualquier reto en una oportunidad para nuestro crecimiento. Sabemos que no hay nada que temer. Gracias a la Presencia divina, estamos seguros y a salvo siempre.
¡Aparte de nuestro Dios, no hay otra Roca!—Salmo 18:31
Al orar, me doy cuenta de mi unidad con el Espíritu y con todas las personas.
Muy a menudo quienes más necesitan amor no lo reciben porque buscan satisfacer sus necesidades por medio de maneras dolorosas o mal guiadas. Aunque es importante fijar límites claros alrededor de tales personas, todavía puedo orar por ellas.
Orar por quienes percibo como mis “enemigos” no es sólo beneficioso para ellos, sino también es invaluable para mi crecimiento y bienestar espirituales. Acojo la enseñanza de Jesús de “amen a sus enemigos” y oro por la paz y el bienestar de todo el mundo.
Al orar por quienes no parecen merecerlo, mi corazón rebosa de compasión y perdón profundos. Soy bendecido por esta comprensión de mi unidad con el Espíritu y con todas las personas.
Pero yo les digo: Amen a sus enemigos … y oren por quienes los persiguen.—Mateo 5:44
La fe conlleva tener el valor para dejar ir y creer en un Poder mayor. Al tener fe, aunque sea del tamaño de un grano de mostaza, nada nos sería imposible. Jesús dijo: “A este monte le dirían ‘¡Quítate de ahí y échate en el mar!’ y así se haría”.
Mi fe está en Dios. Mas ¿están mis acciones en armonía con mi fe? Lo están cuando sigo el ejemplo de Jesús y permito que Dios guíe mis pasos. Así que oro por comprensión y guía, y para profundizar mi fe. Mi confianza en Dios le permite obrar en mi vida.
¿Necesito curación? ¿Una relación personal amorosa? ¿Comprensión? Mi fe echa fuera el temor y la negatividad. Al orar hago a un lado la duda. ¡Vivo cada día al máximo!
Pero Jesús se volvió a mirarla y le dijo: “Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado”. Y a partir de ese momento la mujer quedó sana.—Mateo 9:22