El Esfuerzo no había previsto este aluvión de pruebas contra su afirmación. Frunció el ceño, pero el Destino continuó:
Si eres tan eficaz como dices, entonces, ¿por qué no haces ricas a las personas muy trabajadoras?, ¿por qué no le das una vida larga y próspera a las personas virtuosas?, ¿por qué no están empleadas las personas capaces e inteligentes y por qué los estúpidos ocupan puestos importantes en el gobierno?
El Esfuerzo no tuvo nada más que decir ante estos desafíos, así que tímidamente respondió al Destino: Tienes razón. Después de todo, no produzco muchos efectos.
Pero me atrevo a afirmar que muchas cosas suceden como suceden porque tú has ido haciendo daño, ¡torciendo el destino de la gente y disfrutando con ello!
El Destino respondió entonces: Yo no puedo forzar la dirección de las cosas.
Simplemente les abro las puertas para que pasen. Si algo va bien, dejo que siga su camino; si algo se desvía, no lo impido. Nadie, ni tú ni yo, puede dirigir el curso de las cosas.
La vida larga o breve, rica o pobre, el éxito o el fracaso, la buena o la mala suerte, todo se produce por sí mismo. ¿Cómo puedo dirigir los acontecimientos o saber siquiera cómo acabarán las cosas.
D/A
FELIZ SEMANA! LILIAN