un poema romantico del siglo XV,
ROMANCES (Siglo XV)
SERRANILLA
Moça tan fermosa
non vi en la frontera,
como una vaquera
de la Finojosa.
Faciendo la vía
del Calatraveño
a Sancta María
vençido del sueño
por tierra fragosa
perdí la carrera,
do vi la vaquera
de la Finojosa.
En un verde prado
de rosas e flores,
guardando ganado
con otros pastores,
la vi tan grasiosa
que apenas creyera
que fuese vaquera
de la Finojosa.
Non creo las rosas
de la primavera
sean tan fermosas
nin de tal manera,
fablando sin glosa
si antes sopiera
d'aquella vaquera
de la Finojosa.
Non tanto mirara
su mucha beldat,
porque me dexara
en mi libertat.
Mas dixe:
(por saber quién era),
¿dónde es la vaquera
de la Finojosa?>...
Bien como riendo,
dixo:
que ya bien entiendo
lo que demandades:
non es deseosa
de amar, nin lo espera,
aquessa vaquera
de la Finojosa.>
Marqués de Santillana (1398-1458)
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(Que fizo el Marqués de Santillana a sus fijas loando la su fermosura)
Dos serranas he trovado a pié de áspera montaña, segund es su gesto e maña non vezadas de ganado.
De espinas trahen los velos e de oro las crespinas, senbradas de perlas finas, que le aprietan sus cabellos; e las trufas bien posadas, a más, de oro arracadas, rruvios, largos cabellos segund doncellas d'estado.
Fruentes claras e luzientes, las çejas en arco alçadas, las narizes afiladas, chica boca e blancos dientes, ojos prietos e rientes, las mexillas como rosas, gargantas maravillosas, altas, lindas al mi grado.
Carnoso, blanco e liso cada cual en los sus pechos, porque Dios todos sus fechos dexó quando fer las quiso; dos pumas de paraíso las sus tetas ygualadas, en la su çinta delgadas con aseo adonado.
Blancas manos e pulidas, e los dedos no espigados, a las juntas no afeados, uñas de argent guarnidas, rrubíes e margaridas, çafires e diamantes, axorcas ricas, sonantes, todas de oro labrado.
Ropas trahen a sus guisas todas fendidas por rrayas, do les paresçen sus sayas forradas en peñas grisas; sus ropas bien asentadas, de azeytuní quartonadas, de filo de oro brocado.
Yo las vi, si Dios me vala, posadas en sus tapetes, en sus faldas los blanchetes, que demuestran mayor gala.
Los finojos he fincado, segund es acostumbrado a dueñas de grand altura: ellas por la su mesura en los pies m'an levantado.
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