


AMOR Y AUSENCIA
¡Que dulce sabe el amor tras el dolor de la ausencia cuando hay fiel correspondencia entre amada y amador!
Cuando, en su separación, cual la amante aguja esclava del Norte, siempre apuntaba, uno al otro corazón;
Cuando el sol que alumbra el día, ¡día de eterno desearse! tan sólo para buscarse al uno y otro servía,
Y la enamorada bella soñaba sueños de miel con su amado, y jamás él soñaba sino con ella.
Cuando sordos los oídos y los ojos con ceguera, cuando de su amor no fuera les hablaba sin sentidos.
Y querrían que hasta el viento, en todo tiempo y lugar les hablara sin cesar de su único pensamiento…
Y la más preciosa estrella y el más bello ángel de Dios era feo para los dos, porque no era ni él ni ella.
Porque fuera de su amor, no había mundo ni vida y era hermosura perdida cuanto más hizo el Señor.
No vuelvas ni a mi memoria ¡o infierno del mal ausente! Con razón dice el creyente que ver a Dios es la gloria:
que el infinito consuelo que siento al volverte a ver, me dice cual ha de ser el de ver al Dios del Cielo.
¡Oh Dios! Hasta en tu rigor reconozco tu clemencia. Por tu bondad es la ausencia resurrección del amor.
¡Tu no sabes, vida mía, cuan bella te encuentro ahora y como te ama y te adora el que apenas te quería!
Como el campo al redimido bajo de un cielo esplendente, o como al convaleciente el bocado apetecido.
A/D

|