No viene en trueno, arpón o torbellino, sino en manso temblor de alas de seda, en ráfaga apacible que se enreda en muslos de alba, en corazón genuino.
Así llega el amor. No por camino zigzagueando en yermo o arboleda; es mística, invisible, su vereda, enhebrando lo humano y lo divino.
Por ella voy a ti. Por ella vienes en suavidad sutil, y te mantienes, desafío de luz, a mi costado.
Frágil perfil, espíritu de brasa, mujer cuyo alborozo se transvasa a mi propio sentido arrebatado.
Francisco Alvárez Hidalgo
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