Sobre un lecho de hojas muertas,
que crujian por el peso de los cuerpos,
nos amamos.
Sonrisas nerviosas y miradas heladas
con párpados caidos por el extasis sentido.
Degustando poco a poco
los sabores que servimos,
extrayendo de los centros los placeres,
hacen formas las siluetas y se mecen.
Y las sombras se dibujan, hacen ruidos.
Sofocádos,
apretándonos muy fuerte
y entre besos sujetados,
nos hacen marcas
y se adueñan nuestros labios,
saboreando cada espacio de la piel.
Cabalgando a espasmos
y cabellos alados como riendas,
al oido murmuramos palabras desnudas
de sobrio sentido.
Atados los cuerpos, hacen nudos,
que atan y desatan deseos de estar.
Y del temblor de rincones ocultos,
emergen lavas.
Y nos damos,
y el sonido de hojas secas,
queda quieto,
mientras soy tuya... por ratos.