me engalanas con el estío de tus besos,
de tus brazos que me desfallecen
en la agonía insolente de tu piel,
en la hoguera impiadosa de tu sexo.
Tu amor me bautiza en llamas.
Habitando todos nuestros laberintos,
amanecemos desterrados de los cielos
en el último de los infiernos.
Grecia