nuestras dos vidas deslizarse veo
no cual la realidad que aja sus flores
sino cual la ilusión de tu deseo.
No por las conveniencias separados,
soñando tú conmigo, yo en tus sueños,
sino juntos los dos en los collados
de la Arcadia risueños;
asidos por las manos a lo lejos
buscando el fin de la campiña amena
a los pálidos rayos de la luna.
O del ardiente sol a los reflejos,
dejando transcurrir una por una
las no cantadas horas venturosas
que no mancha la sombra de una pena
libando amor... y deshojando rosas...
Del verdor y del musgo en lo sombrío
ocultos en lo ignoto del boscaje
radiante aún de gotas de rocío
de virgen fuerza y de vigor salvaje;
sentados a la orilla del torrente
tú escuchando los ecos del follaje
yo acariciando -trémula la mano-
tus rizos al caer sobre tu frente...
························································
Otras veces trayendo a la memoria
los fantasmas de un tiempo ya pasado
junto con ellos cual sencilla historia
los ideales de tu amor soñado.
Y es entonces un gótico castillo
de altivas torres de musgosas piedras
en cuyo muro gris crecen las hiedras
teatro de nuestro amor santificado.