Soneto 1
Inmóvil en la luz, pero danzante, tu movimiento a la quietud se cría en la cima del vértigo se alía deteniendo, no al vuelo, sí al instante.
Luz que no se derrama, ya diamante, detenido esplendor del mediodía, sol que no se consume ni se enfría de cenizas y fuego equidistante.
Espada, llama, incendio cincelado, que ni mi sed aviva ni la mata, absorta luz, lucero ensimismado:
tu cuerpo de sí mismo se desata y cae y se dispersa tu blancura y vuelves a ser agua y tierra oscura.
Octavio Paz
|