Como la loba que carece de amo y sufre espasmos de melancolía, enredada en pensamientos que van desde tu boca hasta el fin del romance. Acarreando mil soledades que acechan por todas partes. Lamiendo restos de ti, retozando bajo tu olor que aún perdura en el suelo más frío de la casa. Aullando cada noche como la perra que soy a tus pies. Murmurando jadeos que se recuerdan para sobrevivir entre estas paredes que un día bautizamos juntos. Rasgándome la falda en tu memoria, y caminando como perdida a media luz, a ciegas, por callejones a los que con altísima frecuencia me arrojabas a los abismos del amor. Jurando, bajo estas últimas sábanas, que si no vuelves me entregaré en tu honor en cuerpos y extrañas voces buscando recodos inauditos, ecos, alientos desbordados, posturas impronunciables, rastreando tus pasos por el infinito mundo del cuerpo ajeno. Como la loba que soy, como la perra que sigo siendo.