Hay que empezar de nuevo...
recorrer despacito el camino hacia Belén,
sentirnos rechazados en cada posada,
buscar refugio en un establo
y sentarnos a la vera e un pesebre
para esperar el primer berrido.
Así, ser José en la valentía y la esperanza,
ser María en la donación y la entrega,
ser los pastores en la humildad y sencillez,
ser los reyes, resignando la sabiduría ante la grandeza.
Se puede empezar de nuevo.
Seguir creyendo, empezando a crecer.
Así, más adelante, elegir de nuevo a las doce,
rehacer milagros:
dar vista a los ciegos y perdidos por la plata,
dar oídos a los sordos aislados por la TV,
hacer caminar a los que sólo saben ir en coche
RESUCITAR a los que murieron olvidando la sonrisa,
la caricia, el beso, la música, el llanto...
A/D