No le pidas a Dios...
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No le reces a Dios mirando al cielo, ¡mira hacia adentro! No busques a Dios lejos de ti, sino en ti mismo...
No le pidas a Dios lo que te falta: ¡búscalo tu mismo!, y Dios lo buscara contigo, porque ya te lo dio como promesa y como meta para que tu lo alcances...
No reproches a Dios por tu desgracia; ¡súfrela con Él! Y Él sufrirá contigo; y si hay dos para un dolor, se sufre menos...
No le exijas a Dios que te gobierne, a golpe de milagros, desde afuera; ¡Gobiérnate a ti mismo! con responsable libertad, amando, y Dios te estará guiando ¡desde adentro y sin que sepas cómo!
No le pidas a Dios que te libere, desconociendo la libertad que ya te dio.
No le pidas a Dios que te ame, mientras tengas miedo de amar y de saberte amado.
¡Ámalo Tú! y sabrás que si hay calor es porque hubo fuego y que si tu puedes amar es porque El te amó primero.
A/D
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