Paseando por tus calles, me requiebran tus naranjos, tu mezquita hermosa y enhiesta, con ese olor a otros tiempos, tiempos memorables ya pasados. Poco más allá la judería, por la que tantas veces me perdí callejeando hasta encontrar la plaza perfecta, para escribirte a ti mi bella ciudad, estos versos. Córdoba cuna de guerreras gentes y sabidurías claras; atiendes al extranjero, y das cobijo a tu prójimo. Cuna de culturas, de Sénecas, Maimonides, Alhakenes, Duques de Rivas, Góngoras y tantos otros que mi cabeza olvida. Por tus calles me enamoré y por tus calles encontré a mis musas, y encontré a las más bellas gentes que jamás yo conociera, Córdoba, que mal o bien albergaste a tres culturas amplias y bastas, que mal o bien supieron convivir y que mal o bien me han hecho ser lo que soy, un cordobés orgulloso de serlo.