Cita.
Cómo era de hermoso el albo cuello al quitarte la marta cibelina. Cómo era la espalda de divina. Cómo el hombro en su albor era de bello.
Emuló con sus uñas el destello del diamante nupcial tu mano fina, y cayó con la marta cibelina tu pudor a mis manos desde el cuello.
Te cercaban batistas y pecados y a un tiempo con tu veste descendía mi caricia inicial por tus collados.
La tarde aún en tu diamante ardía, pero al vagar por tus oscuros prados la noche negra comenzó en tu umbría.
Alberto Angel Montoya
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