Yo voy hacia la fuente de tus besos
trepado en siderales navecillas,
urgido de tu amor, a pie juntillas
como hacen al huir algunos presos.
Y busco entre tus bosques más espesos
la miel de tus panales de rodillas
hundiendo mi nariz y mis mejillas
por todos los rincones de tus huesos.
Escucho tus gemidos exhalados,
sollozos de placer incandescente,
y al tiempo que me adentro en tus entrañas
renacen los luceros apagados.
La luna sudorosa y refulgente
se oculta por detrás de las montañas