Simplemente estar ahí, presente,
al lado de quien te necesita.
No es indispensable hablar,
ni hacer algo especial.
Lo importante es comunicar al otro
que uno está unido con la alegría,
o la tristeza;
que está viviendo el ser querido.
Lo que vale es respetar siempre el pedido,
verbal o silencioso,
latente o manifiesto de compañía
o de soledad.
Acompañar es intuir la carencia del otro:
es cuidar, proteger, sin molestar o dañar.
Es tarea de amigos, de amores,
de seres que se sostienen
en la hermandad de los afectos.
Es un servicio de lealtad.
A/D