Parece claro el renacer del pastoreo. Y el final de su secular individualismo. Un aislamiento que ha impedido hasta ahora abarcar el sector aunque en Pastores en Red calculan que el número de familias «podría estar ya cerca de las 10.000». Se han creado escuelas de pastores en todas las regiones con una incipiente presencia femenina. «Fijamos población. Si queremos recuperar el campo, tendrán que apostar por nosotras», apostilla Almudena Rodríguez desde los pastos zamoranos. Y hablando por todo el colectivo, estas son sus apuestas individuales.
María Pía Sánchez Pastora en Calamonte (Badajoz)
«Estoy viviendo mi pasión de cuando era una niña»
Criada en las dehesas extremeñas, su padre le quitó la vocación desde niña. «Nunca me dejó porque pensaba que me iba a morir de hambre». Así que estudió (Derecho y Económicas) y a los 24 años era la directora bancaria más joven de su región. Hace cuatro años, cumplidos los 50, Pía pegó el gran 'volantazo' a su vida. «Vivir para ganar dinero no tiene sentido». Así que se gastó su despido incentivado en una ganadería. Ahora pastorea 400 ovejas en una finca de 400 hectáreas, herencia familiar. Tener tus propias tierras facilita el comienzo. Pero no le ha evitado pasarse estos primeros años «preguntándome qué pinto yo aquí. Lo he pasado mal económicamente pero no me arrepiento en absoluto». Todas las pastoras de ganadería extensiva se quejan de que el mercado no paga lo que cuesta criar una cabeza en los pastos. «Hago muchas cuentas, era lo mío. Las ayudas son pocas. El único futuro es diversificar», explica mientras madura la oferta de turismo rural que ha creado en su propiedad.
- ¿Ve algún futuro de continuidad para su aventura?
-Cuando empecé mis hijos me decían '¡Mamá estás loca! ¿de qué vamos a vivir?'. Esto es personal y no sé como continuará.
A pesar de su pasado de números y rentas, ahora valora en primer lugar lo intangible: «El componente emocional y el disfrute del propietario no es cuantificable pero es lo que te hace amar esta aventura».
Mónica Garabito Ganadera en Brieva de Cameros (La Rioja)
«Los animales y la naturaleza generan cariño y empatía»
Tres años después de llegar a la comarca de Cameros junto a su marido venezolano y empezar desde cero, esta joven ingeniera forestal colombiana de 25 años se declara «enamorada» de su trabajo. Aquí ha nacido su primera hija y empiezan a dominar la gestión de una cabaña de 500 ovejas merinas. Ella y su marido se reparten la labor: él suele subir a los campos a pastorear y Mónica controla las parideras. Recuerda las agonías de los primeros tiempos. «De repente me parían docenas de ovejas a la vez y yo sola ¿Cómo lo hago, me preguntaba». Entre las que se morían y las enfermedades «hubo momentos de muchos lloros, no sabes cómo evitar eso».
Como el resto de pastoras, Mónica considera que las ayudas públicas para fijar población agrícola están mal orientadas. «Más que dinero, hacen falta facilidades. Nos ponen todas las trabas del mundo para poder comercializar. Deberíamos aprender de otros países que protegen a los productores autóctonos». En los mensajes que continuamente intercambian las Ganaderas en Red ya ha surgido el debate. «Estamos a tope. Nos mandamos noticias, ideas, resolvemos dudas. Y hasta hemos hablado de crear un cordero de las mujeres en red».
También debe luchar contra el machismo del campo que en sus contactos con profesionales masculinos en La Rioja se suele transformar en «una falsa discriminación positiva. Mis colegas dicen que me admiran por mi labor pero yo solo quiero que me traten con normalidad, no con deferencia».
- ¿Y con casa, una hija y el campo, dónde queda el ocio?
- Es cuestión de organizarse. Es verdad que las ovejas reclaman atención todo el día. Pero duermen de noche. Mi marido y yo nos escapamos alguna tarde y llegamos a Logroño. Vamos al cine, al teatro. No tienes sábados y domingos pero te puedes ir cualquier otro día.
Tampoco le echan para atrás la falta de infraestructuras. En Brieva apenas viven 20 vecinos en invierno. Su hija de año y medio necesitará ir al colegio el próximo año. El más cercano está a 20 kilómetros, lo que llevará a la pareja a trasladar su domicilio. «Prefiero ir y venir al pastoreo que tener a la niña todo el día de viaje a clase».
Almudena Rodríguez Cría ovejas en Argañín (Sayago, Zamora)
«Venden lo bucólico, pero nos quieren exterminar»
Dos décadas después de trabajar en la rueda monocorde de un hipermercado en Erandio (Vizcaya), la salmantina Almudena Rodríguez y su marido guipuzcoano hicieron las maletas en 2010, cogieron a sus dos hijos pequeños (entonces de 8 y 2 años) y no pararon hasta Argañín, un pueblo casi limítrofe con Portugal y con el que no tenían vinculación alguna.
- ¿Por qué en esta zona?
- Vinimos una vez a conocer los Arribes del Duero y llevábamos tiempo 'ronroneando' con marchar. Era el ahora o nunca».
Desconocían la ganadería y, como el resto, aprenden a base de esfuerzo cómo sobrevivir de su rebaño de 350 ovejas castellanas de carne. «Enseguida entiendes que lo de las ayudas al mundo rural es una vergüenza. Se les llena la boca pero esta cultura se está acabando. Algún día nos estudiarán como el antiguo Egipto». Tres años después de estrenar su propia ganadería, la familia admite pasar una situación económica compleja. «Tan agónica, que mi marido está trabajando de peón para poder aguantar. Por eso estamos hartos de la visión bucólica del campo porque los que hacemos ganadería extensiva somos molestos. Nos están exterminando poco a poco».
Aunque las ovejas ya se han comido todos sus ahorros, en la dureza de su discurso no aparece ningún 'pero' a su decisión. En Arganín no hay niños pero a los suyos les apasiona vivir de esta forma. «No sé qué harán cuando sean mayores pero ahora nos dicen '¡a la ciudad a mí no me lleves!'».
Las muchas horas de monte hacen que «la cabeza te dé una y mil vueltas de qué hacer, otra cosa es que puedas o te ayuden». De lo que nunca duda Almudena es de que «la recuperación del campo pasa por la mujer, que es la que fija población. Y el sector necesita de la ganadería extensiva».
Emma Viñas Parque Natural de Sant Llorenç del Munt, Barcelona
«Si nos ayudan salvaremos pueblos casi fantasma»
Porta sobre su mochila infantil al proyecto de pastor más joven de España. «Me encanta llevar a mi hijo a pastorear conmigo», explica con naturalidad la joven pastora Emma Viñas. No tiene el más mínimo antecedente pastoril en su familia. Estudió Enfermería por la habitual insistencia paterna que siempre aspira a «tener en casa un médico o un abogado».
Ella, su pareja y su crío viven en una masía en el parque natural de San Lorenzo, en la sierra de Tarrasa. Están a poco más de 30 kilómetros de Barcelona, pero les seduce poco. «Viene más gente a casa que bajamos nosotros. Como mucho dos o tres veces al año». Después de 13 años pastoreando para otros, desde hace cinco cuidan sus propios animales: un rebaño con unas 350 ovejas y 70 cabras.
Ahora que se acerca el buen tiempo, piensan ya en la trashumancia veraniega por su zona y teme más el riesgo de incendio que los ataques de los perros salvajes. «Desde marzo salimos al bosque y empezamos a limpiar con el ganado. Pero sufro mucho por el estado de los bosques».
- ¿La mujer es la que más está dando el paso en este sector?
- Somos muy invisibles pero me ha sorprendido la cantidad de pastoras que ya hay. Además todas somos defensoras del ganado extensivo. Si nos ayudaran un poco más salvaríamos muchos pueblos que son ya casi fantasmas.
Se están reabriendo escuelas de pastores en las regiones de tradición ganadera. No hay informes exactos pero se calcula que entre 8.500 y 10.000 familias practican el pastoreo y la ganadería extensiva. Defienden que lejos de las granjas y las cabezas estabuladas está el verdadero sentido y la salvación de los pueblos y del medio ambiente. «Muchas enfermedades de las cabañas se deben al 'síndrome del mal uso', un problema que apenas se da con los animales pastando libres en los montes», reclama el experto agrícola de la Fundación Entretantos, Pedro Herrera.
pastoras forman el colectivo Ganaderas en Red. Una cifra que esperan que crezca de forma significativa gracias a los activos grupos de Facebook y whatsapp que han creado en los últimos meses.
Con 128.000 kilómetros de 'autopistas' de tierra para el ganado protegidas por la ley, España es el último reducto de la trashumancia, tradición que ensalza el mundo del pastoreo y que empieza a caminar con la llegada del buen tiempo.