 
LA SOLEDAD
Un día me abrazó tanto la soledad que le tomé cariño, lloré como un niño y le conté mil historias, charlamos por largas horas cómo dos grandes amigos, después nos despedimos y cada quién siguió su camino. Sin embargo, nos vemos de vez en cuándo y me alegra su visita, ella sigue siendo la misma, siempre sabia, siempre honesta, siempre lista..
Por Edwin Negrón.
|