Buda afirmó frente a sus discípulos: el que se esfuerza, puede alcanzar la iluminación en siete días. Si no lo consigue, sin duda lo logrará en siete meses, en siete años, o en setenta años.
Un joven se propuso conseguirlo en una semana, y quiso saber cómo debía actuar.
“Concentración” fue la respuesta.
El joven empezó a practicar, pero diez minutos más tarde ya se había distraído, y consideró que no estaba perdiendo el tiempo, sino habituándose consigo mismo.
Un buen día decidió que no era necesario llegar tan rápido a su meta, pues el camino le estaba enseñando muchas cosas.
Y fue en este momento cuando alcanzó la iluminación.