No nos olvidemos que en una vereda cabe un mundo entero, de risas
y ruedas, que no hay mar tan nuestro como el de la acequia, que
con dos pedales de una bicicleta lo que queda lejos
siempre queda cerca.
No nos olvidemos de las maravillas que guardan adentro las cosas
sencillas, los viejos cajones, la flor, la semilla.
La vida es un viaje y es cuestión de vida sentarnos al lado
de la ventanilla.
Cuando seamos grandes va a ser muy bonito tener como
amigos a los animalitos y gritarles cosas y entender sus gritos,
y explicar los vuelos por el infinito...(los grandes no entienden
a los pajaritos).
No nos olvidemos cuando seamos grandes que un beso es un modo de
quedarse en alguien, que siempre es horario para acariciarse, que
el amor es todo, que ternura es madre, que hay que estar temprano
cuando se hace tarde.
Cuando seamos grandes no nos olvidemos de la fantasía, del sol y los
juegos, y los cumpleaños, y el circo viajero, los payasos
tristes, los muñecos buenos, la hermosa costumbre de decir:
¡TE QUIERO!...