En el año 1595 se hallaron, en el monte Valparaíso (actualmente el Sacromonte), las reliquias de los discípulos del Apóstol Santiago, así como unas placas de plomo escritas en árabe, que relataban el martirio de San Cecilio, San Tesifón y San Hisicio, conocidas como los Libros Plúmbeos, además de un horno y unas cenizas.
La repercusión que tuvo este hallazgo fue enorme. El extraordinario fermento que siguió culminó con la elevación de numerosas cruces, alrededor de unas 1.200 levantadas por los gremios y artesanos, de las cuales hoy quedan sólo cuatro.
Muchas de estas cruces fueron donadas a los franciscanos que, en el año 1633, realizaron en el camino que unía la ciudad al Sacromonte, un vía crucis que terminaba en una pequeña capilla dedicada al Santo Sepulcro.