Una historia como otra de aquellos años de posguerra donde la
miseria acampaba a sus anchas.
A primeros de Enero con frio de aquellos años en el corto de
Loja, (un tren que ya no existe) un hombre con un crio arropados con una manta,
llegaron a Huétor Tájar, la misión de dicho hombre era entregar a ese niño, y
según me contaron en el discurrir del tiempo, lo llevaron a la casa del Márquez que así lo
apodaban, era tio de esa madre que a su hijo abandonaba, el Márquez como buen
padre, y varios hijos tenía, le dijo al hombre que al niño portaba que mucho lo
sentía, que eran muy malos tiempos y el varios hijos tenía. Pero que si le
aconsejaba que preguntara a Gregorio que ningún niño tenía, y seguro que a su
esposa lo acogería con alegría.
Así lo hizo ese hombre que enviado por la madre venía, llegó con
el niño a la casa donde Gregorio vivía, le dijo que el encargo era que la madre
no lo quería, y que algún familiar lo recogiera para toda la vida.
Gregorio junta a su esposa una mujer especial, se hicieron cargo
del niño con una situación casi fatal, estaba algo raquítico, desnutrido y algo
más, gracias que esta familia de dineros no andaba mal, inyecciones, las
mejores puestas por D. Ginés, los fármacos los mejores y así pudo responder.