importarme lo superficial, las etiquetas y
la falsa moral. Ya no me quitan el sueño
las habladurías, ni la envidia, ni los
desprecios que pueda causar. Ya no
me interesan las conversaciones vacías.
Prefiero el murmullo de la soledad. Ya
no intento ser alguien que no soy para
considerarme apreciada. No me importa
lo pasajero. Elijo lo sincero, lo invisible
a los ojos, lo sencillo y lo verdadero”.