Ver que la vida no es más que granitos de arena que escapan entre los dedos, que sólo se detiene cuando algún grano más grande frena la caída, ese pequeño granito que destaca entre el resto y que ralentiza la inevitable fuerza de la gravedad.
Pocos son los granitos que logran destacar para toda la arena que puede abarcar la palma de una mano, pocos… sí, pero de gran importancia, sin ellos la vida sólo sería un vertiginoso descenso en picado hasta el más lúgubre y mísero suelo, donde el final estaría dictaminado por el señor tiempo, sería él quién decidiera cuándo caería el último pedacito de arena.
Y yo no quiero ver cómo mi vida escapa lentamente sin remedio, sin aprovecharla, sin valorar las oportunidades, sin apreciar las amistades, sin poder detener o al menos frenar la caída. Por ello, me aferro con fuerza a cada corpúsculo de arena, cada cual más importante, que logra resaltar entre el resto.
Colaboración de Gerardo Ossorio Negrín
España