Todo lo que existe en la Tierra —desde lo más grande hasta lo más pequeño— vibra con la energía de Dios y expresa la creatividad sagrada de la cual hemos sido creados. La divinidad existe en todo, todo el tiempo. Gracias a esta conexi ón espiritual, experimento mi unidad con todo lo viviente.
Comparto una sinergia sagrada con la Tierra y sus habitantes. Cuando cuido del medio ambiente, sustentándolo y protegiéndolo, éste se fortifica y provee todo lo que necesito para vivir. La misma esencia divina que llena cada rincón del cosmos existe en mí y toca mi corazón. Con este sentido de unidad, sé que al bendecir la Tierra, ella me bendice a mí.
Después dijo Dios: “¡Que produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla, y árboles frutales sobre la tierra que den fruto según su género, y cuya semilla esté en ellos!”—Génesis 1:11
Siento gratitud por mi sistema de apoyo espiritual —esas personas y prácticas que fomentan mi comprensión de la Verdad. La oración es parte integral de ese sistema. Aparto tiempo cada día para aquietar mis pensamientos, decir palabras de fe o simplemente ser.
Yo soy parte de algo mayor. Mantener esta verdad en mi corazón me prepara para cualquier reto en la vida. Saber que Dios y yo somos uno me brinda fortaleza. Fortifico mi sistema de apoyo al hacer amistades, formar parte de un grupo de oración y asistir a los servicios de mi iglesia. En comunidad, reafirmo mi sentido de pertenencia. Encuentro inspiración para vivir mi propósito. También formo parte del sistema de apoyo de otros.
Doy y recibo luz y amor.
Mientras tengan la luz, crean en la luz, para que sean hijos de la luz.—Juan 12:36
Dejo ir el pasado y avanzo osadamente hacia mi mayor bien.
Cuando dejo ir algo, puede que sienta alivio por ya no estar aferrado a ello. Sin embargo, preocuparme e inquietarme puede traer de nuevo aquello que pensé que había dejado ir.
Hoy declaro mi libertad. Afirmo que poseo la fortaleza necesaria para dejar ir. Tengo una conciencia innata y profunda de la libertad que ya es mía. Me paro firme en mi fe y en mi comprensión de que puedo dejar ir lo que no es para mi mayor bien. Lo suelto ahora, sabiendo que el Espíritu es mi consuelo y mi fortaleza.
Dios en mí me dirige hacia nuevas maneras de comprensión y satisfacción. He sido creado con un propósito divino. Al soltar lo que no apoya dicho propósito, avanzo libremente hacia él expresando mi verdadera naturaleza.
Nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido.—Mateo 19:27