Orar por alguien es una bendición doble porque no solamente llega a la persona por quien oro, sino que también me bendice a mí. Al orar, recibo consuelo. Dejo ir las preocupaciones y recibo la seguridad divina de que todo está bien. Esto también es cierto para toda persona por la que oro.
Hoy tomo tiempo para orar por personas que puede que ni conozca: los veteranos que sirven o que han servido a nuestro país. Le extiendo a cada uno pensamientos de amor y agradecimiento. En mis oraciones, afirmo para cada uno de ellos: Eres amado; eres sano; estás a salvo. Al orar por otros, me conecto con el Cristo en cada persona. Bendigo el espíritu de amor, vida, sabiduría y paz que los alienta a seguir adelante cada día.