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General: "CANTO A LA MUJER CORDOBESA"
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Jeroa  (Mensaje original) Enviado: 09/08/2019 11:09

"CANTO A LA MUJER CORDOBESA"


En Córdoba la encontré

sí, allí fue.

Cuando en la feria de mayo

las treinta mulas compré.

Comentando la corrida

en la que Antonio Cañero,

sacando la jaca herida,

puso el rejón más certero

que había puesto en su vida.

Estábamos Paco Gil,

Pedro el de Puentegeníl

y el niño sabio, el de Lora

a la puerta el mercantil,

tomando una de Pastora.

Que trajín cuanta alegría

de aquel bullir que no cesa,

en el que contribuía,

la gracia y soberanía

de la mujer cordobesa.

No te puedes figurar,

tú que aquello lo conoces

de cuando fuiste a comprar

la yegua... El rumor de voces

de la calle Gondomár.

Como reguero de hormigas,

las mujeres paseaban

y al pecho todas llevaban,

flores en lugar de espigas.

Y entre mujeres y flores,

pasaban los domadores

por delante de nosotros,

luciendo sobre sus potros,

los atalajes mejores.

Qué de coches... qué de troncos...

donde los caballos broncos,

mostraban todo su brío

yendo los cocheros roncos,

de tanto hablar al gentío.

Entre aquella animación,

un grito de admiración

alarmó a la gente seria,

cuando por la Concepción

se vio subir de la feria,

el cuerpo más soberano,

más gallardo y más serrano,

que viera del sol la luz,

sobre un potro jerezano,

del mejor hierro andaluz.

Vaya mujer con hechuras,

luciendo el traje campero

de vistosas bordaduras,

al sonar las herraduras

del caballo postinero.

Ángel que tenga su cara,

no tiene Dios en los cielos,

pues su hermosura es tan rara,

que si un ángel la mirara,

los demás sintieran celos.

Como dos finos manojos

de claveles reventones,

eran sus labios de rojos

y eran dos vivos crespones

la luz que daban sus ojos.

Era arrogante y morena,

su pelo, como la pena

que desgarra las entrañas

y llevaba las pestañas

de la propia Macarena.

Caballo mejor domao

y mejor atalajao

ningún andaluz lo sueña,

ni traje mejor cortao

que el que lucía su dueña.

Era de plata el herraje

del freno y del hebillaje,

como el caballo de un rey

y de oro fino de ley,

los alamares del traje.

Y era tanta su destreza,

para fijar con limpieza

los andares de la jaca,

que su garbo y gentileza,

sobre todo se destaca.

Pues ya ves si llevaría

el potro con gallardía,

cuando hasta el propio Cañero,

tiró a su paso el sombrero

diciéndole una alegría.

Mezcla de gitana y reina,

llegó entre palmas y olés,

espuelas de oro en los pies

y por corona y por peina,

un sombrero cordobés.

Al paso de su alazán

la gente se descubría,

pues todo el mundo creía,

que llego al gran capitán

el alma de Andalucía.

Unas vueltas dio al paseo,

el potro con su braceo,

no cabía en la ancha calle,

al compás del manoteo

quebraba su lindo talle.

Y aquella mujer preciosa

de hermosura tan completa,

se iba meciendo orgullosa,

como en la mejor maceta

se mece la mejor rosa.

Su gracia la requebré

cuando a mi lado pasó.

Lo que dije... no lo sé,

lo cierto es que me miró

y en sus ojos me enredé,

preso quedé en su mirar,

como en el día la aurora.

Y estoy tan esclavo ahora,

como la perla que llora

su esclavitud en el mar.

Hablé con ella, fue mía,

puse en ella mi alegría,

mis afanes y mis penas

y hoy por su gusto daría

más sangre que hay en mis venas.

Sé que no me pertenece,

que no es de mi condición,

pero ya no hay solución

que el hombre siempre obedece,

cuando manda el corazón.

JULIAN SANCHEZ PRIETO (El pastor poeta)



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