Yo soy una expresión de Dios, una manifestación de la vida pura del Dios que mora en mí. Qué importante es recordar esta verdad, especialmente cuando mi cuerpo me indica lo contrario. La verdad de mi ser es que he sido hecho maravillosamente. He sido creado a la imagen y semejanza de Dios.
Cuando no me siento bien, me apoyo en mi fe. Digo palabras de bienestar y salud, apoyado por mi fe de que la vida de Dios dentro de mí es la propia inteligencia divina. Afirmo la restauración de mi bienestar. Visualizo a todas mis células funcionando en perfecto orden, siguiendo el plano de la vida dentro de mí.
Libero el miedo y la duda y permito que la vida divina en mí haga su trabajo sanador. Doy gracias y descanso profundamente.