Observar el mundo a mi alrededor abre mis ojos, mis oídos y mi corazón a los demás en esta travesía humana. Durante mis momentos de contemplación, pienso en todos aquellos a quienes deseo bendecir en oración. Visualizo que cuentan con el apoyo que los anima a lograr sus objetivos.
Al orar, pienso en personas del pasado o del presente. Visualizo que gozan de salud, perdón y alegría, recibiendo todo lo que necesitan para una vida plena. Los veo bendecidos, sanos y prósperos en toda área de sus vidas.
Mis oraciones me liberan de preocupaciones e infunden un estado de gratitud y serenidad. La paz en mi corazón sosiega mi mente y conforta mi alma. Sigo adelante con gratitud y fe. La oración es la melodía que canta mi corazón.