Somos amados de Dios.
Conexión sagrada
El espíritu de Dios está en mí y en toda persona en el mundo. Ésta es una conexión sagrada que compartimos con Dios y los unos con los otros.
Considero a todos como mi familia ya que un vínculo sagrado me une a todo hombre, mujer y niño en el planeta. Trato a los otros con reverencia y deferencia, y me trato a mí del mismo modo.
Pensamientos bondadosos y actos de perdón, así como expresiones de amor, paz y buena voluntad, son bendiciones que podemos dar y recibir unos de otros. Toda persona que veo, mi familia y mis compañeros de trabajo, comparten conmigo un nombre al cual todos respondemos: amado de Dios.
“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.”—1 Pedro 4:10