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La ciudadela del monte
Alhambra, vergel de sombras, en el agua encantada, con los oscuros olores de la tierra mojada y los claros cristales de su alma intransitada, paraíso escondido, en muchos siglos olvidada, nacida desde lo mismo y que parece inventada, cada día es más nueva, cada día es encontrada, apostada frente al viento, defendida, amurallada, con las grietas de los tiempos de la belleza parada, que habla de las victorias y que fue la derrotada, ora estrella, ora surco, ora arquitectura hilada, fuente del espejo limpio, quieta luz, inmaculada, serrana que señorea sobre la vega azulada, con un alfanje invisible, en su mano levantada,
defensora de un tesoro vinculado a su Granada
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