La vida me ha enseñado algo claro:
a medida que los hombres envejecemos, nuestra potencia
sexual va disminuyendo, y entonces necesitamos emociones
más fuertes para rendir bien en la cama.
En ese momento, es cuando las mujeres más jóvenes,
además de tener la belleza natural de su juventud,
se convierten en el objeto de deseo de muchos.
Y no es solo por su físico, es porque conquistar a una mujer
mucho más joven es casi como un trofeo que reafirma
que seguimos siendo tan "macho alfa"
como cuando teníamos 20 o 25 años.
Muchos creen que si consiguen andar con chicas más jóvenes,
automáticamente son triunfadores, presumiéndolas
como si fueran un símbolo de éxito.
El verdadero problema llega cuando algunos no logran diferenciar
entre lo que es una “conquista” y lo que, en realidad, es “alquilar carne fresca”.
Digo alquiler porque, a fin de cuentas, cualquiera con suficiente dinero
puede tener lo que tú tienes hoy. No es tan exclusivo como parece.
Y para aquellos que dicen que se trata de una predisposición
genética de los hombres para buscar mujeres
más jóvenes por su capacidad de tener hijos...
¡Eso es un chiste!
Vamos,
¿cuántos clientes de prostíbulos conoces que van buscando aumentar su familia?
Esto tiene más que ver con una cuestión de ego que con biología.
Eso sí, no quiero generalizar.
Hay hombres que maduran y valoran a las mujeres por quienes son,
con o sin arrugas, porque las ven más allá del cuerpo.
A ellos, mis respetos.
Pero al final, cada uno es libre de hacer con su vida lo que quiera,
de creerse la mentira que mejor le acomode.
He conocido a tipos que han perdido la cabeza (y el bolsillo)
por mujeres jóvenes, incluso más jóvenes que sus propias hijas.
No solo se fueron de cabeza, sino que también
perdieron su dinero, sus empresas, su patrimonio…
Y algo que he notado es que, mientras más años tienen estos hombres,
más jóvenes son las mujeres que llevan de la mano.
Es como si lo compensaran.
Algunos se compran coches más caros a medida que envejecen,
y otros simplemente bajan la edad de sus acompañantes.
O algunos hacen ambas cosas, ¿quién sabe?
Pero aquí hay una coincidencia importante:
en todas estas historias de “amor” entre hombres mayores y mujeres jóvenes,
el tipo siempre tiene plata, buen patrimonio o algún negocio de por medio.
Nunca he visto una historia donde el hombre sea un mil-eurista
o esté sin recursos, ni donde la chica joven sea millonaria antes de estar con él.
¿Casualidad? No lo creo...