Debo aprender a controlar mis emociones.
Y entender que no todo está en mis manos y que las acciones de los demás no representan las propias.
Que darle demasiada importancia a las cosas desgasta,
porque finalmente la energía emocional que ponga en ello no lo hará diferente.
Debo aprender a controlar mi enojo y darme una pausa cuando sienta que la furia me descontrole,
tomar decisiones basadas en las emociones es equívoco.
Debo ceder, aún cuando el resentimiento me diga lo contrario, aceptar mis errores
y equivocaciones siempre me hará más fuerte.
Debo sanar, pues el rencor no es buen consejero
y en la medida que guarde sentimientos negativos para los demás me mantendré estancado.
Debo ser luz aún cuando la obscuridad me abrace,
en la medida que se expanda podré siempre ver más allá del horizonte.
Debo aprender a ser yo desde mi centro más profundo,
donde radica el perdón, el amor, la solidaridad y el entendimiento.
Debo, quiero, puedo, hago y entonces transformo.