Enciendes mi piel tan solo al pensarte, despiertas el apetito de mi hombría que libera su fuego, un horno a punto de estallar, la savia de mis venas, esa chispa de la pasión absoluta haciendo que mi cuerpo tiemble en las ansías de poseerte, de hacerte mi mujer.
Todo me gusta de ti, el cielo de tus ojos que cuando me observan me hacen la persona más feliz del mundo, la manera que tienes de entregarte, de abrigarte en los pelos de mi pecho, de gritarme tus delirios, de mostrarme la línea perfecta del camino a tu bendita locura.
Me encantan los trucos que usas para seducirme, para tenerme así besando tus pies, ascendiendo por todos tus espacios que me incitan, que me pueden en una lucha feroz desnudando tus miedos, sofocados en los suspiros de tus besos, de tus labios en los puntos ardientes de mi alma.
Enciendes mi piel, me conviertes en tu rey, te adueñas de cada gota de mi fuerza, me haces vulnerable en la humedad de la lluvia que me inunda, que empapa mi cuerpo, te hago mi reina, te coloco la corona de musa derramando en tu vientre la miel de mi pluma, el caudal de mi poesía.