¿Por qué será que los amores prohibidos son más intensos? Será porque en susurros navegan, como ríos ocultos entre rocas y sombras, desafiando las normas, desnudando las almas, rozando el abismo donde todo se rompe y, sin embargo, todo florece. Porque lo prohibido quema, como fuego que no encuentra su escape, como tormenta que en silencio se libra dentro de pechos ansiosos, sedientos de caricias que saben a pecado, y besos que llevan el sello de la culpa. Tal vez porque el peligro enciende lo que lo cotidiano apaga, y cada encuentro furtivo es una batalla ganada al destino, un pacto con el deseo, un desafío al reloj que amenaza con desvanecer el perfume de la piel ajena. Será porque no hay promesas ni rutinas, solo la urgencia de vivirlo todo en un instante, de beberse el alma del otro en un sorbo desesperado, como si el tiempo se acabara y la eternidad fuese solo un suspiro robado entre sábanas ajenas. Porque el cuerpo tiembla distinto cuando el amor no debe ser nombrado. La piel arde más profundo, la mirada busca en el silencio la respuesta que el mundo niega, y el corazón late como si el mundo fuese a detenerse. Será que el riesgo alimenta el deseo, que lo inalcanzable se vuelve un tesoro, y que lo prohibido, por serlo, lleva consigo un sabor que el alma ansía y el cuerpo no puede olvidar. Es en lo prohibido donde la pasión se desata, como
un vendaval que arrasa los miedos, que rompe cadenas y destroza reglas, dejándonos desnudos, vulnerables, pero vivos, intensamente vivos. Así, los amores prohibidos no son más que eso: el grito
contenido de un alma que busca, el abrazo eterno que jamás podrá durar,.pero que, mientras existe, enciende el universo con su fuego.
Cesar Pinto Muñoz
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