Llevo la codicia de besarte,
hago tormentas de ceniza
cruzando tus equinoccios;
me llamas como al fuego,
como al tiempo,
nombras mis estaciones con tu piel.
Sueños relevan mi realidad,
mis ríos cimbreantes acuden
dedos ardiendo pasiones secretas,
mentiras hechas osadía,
recorren tus jardines bañados de rocío.
Me vuelvo silencios errando,
conozco tus quiebres, tus dolores,
esos placeres que se descubren
al nombrarlos con descaro.
Me vuelvo codicias en tu desierto,
hieres mi costado con tu voz,
se clavan todas las promesas
en los bordes de mi corazón,
preguntas flotan entre las ganas,
solo somos una emoción meridiana
llenándose de cansancios,
pretextos del alma para volvernos
a encontrar...