Cuando te sientas mal no abandones la esperanza. La esperanza te da la fuerza para seguir adelante cuando sientas que ya nada te importa. Nunca dejes de creer en Dios, mientras creas que puedes lograrlo, tendrás un motivo para intentarlo.
No dejes que nadie retenga tu felicidad en sus manos; sujétala en las tuyas para que siempre esté cerca de ti.
No esperes que lo que deseas venga a ti. Búscalo con toda tu alma, sabiendo que la vida te encontrará a la mitad del camino.
No sientas que has perdido cuando tus planes y sueños no alcanzan a cumplir tus anhelos. Cada vez que aprendes algo nuevo sobre ti o sobre la vida, has avanzado.
No hagas nada que disminuya tu propio respeto. El estar satisfecho con uno mismo es esencial para estar satisfecho con la vida.
Nunca te olvides de reír ni dejes que el orgullo te impida llorar. Cuando reímos y lloramos es cuando vivimos a plenitud.
Deja que Dios te muestre nuevas maneras de encarar tus problemas.
Deja que Dios modere tus convicciones y te muestre todo lo que está oculto detrás de cada escena: la profunda paz del cambio, la majestad de lo que significa tener y ser un amigo, la alegría que se descubre al comprender que nunca es tarde para volver a empezar.
Deja que Dios te ayude a alcanzar todo lo que deseas, para ser todo lo que eres.
Deja que los días desplieguen ante ti nuevas posibilidades que hasta entonces desconocías, nuevos sueños que nunca soñaste, y que te regale las semillas de nuevas ideas que nunca antes sembraste. Y si alguna vez sobreviene la dificultad, elévate por encima de ella. Recuerda, que tener al Señor en tu vida significa sentir paz y consuelo en tu corazón al descender por los altibajos del camino de la vida. Significa que puedes ofrecer tus plegarias a un Padre amoroso y compasivo, que siempre puede escucharte y nunca deja de comprender los dolores y los temores que se esconden en los rincones de tu alma. Tener al Señor en tu vida significa tener la seguridad de que no hay dificultad que pueda sucederte que entre tú y Él, no puedan enfrentar y al final conquistar. Significa que puedes estar plenamente convencido de que Él te dará la fuerza de soportar cualquier cosa que te suceda, y que de esas experiencias amargas saldrás reforzado.
A pesar de las lágrimas, del dolor y de los malos tiempos que conociste y que sin duda volverán de vez en cuando, tú sabes que Él está presente en todo y que las cosas acabarán siempre por arreglarse, porque con Dios todo es posible.