¡Si acaso pudiésemos ser conscientes que la vida es un suspiro sutil, contundente pero frágil, efímera y delicada a la que debemos honrar sin aferrarnos! Importante y poco importante a la vez ya que LA VIDA es mucho mas que “esto” tan pequeño. ¡Si realmente SUPIERAMOS que nuestras acciones tienen efectos multiplicados mil veces en el Universo y que nada se reduce a las paredes de mi intimidad! Sólo observar desde afuera, por un instante, que setenta u ochenta años es nada a la luz de los tiempos de la eternidad. Que una noche nos acostamos teniendo 22 años y a la mañana siguiente tenemos 30 y dos días mas tarde, 45. Si fuésemos conscientes de eso, tal vez, no nos permitiríamos estancarnos abúlicos en situaciones que no sentimos, no creemos y – lo que es peor – sabemos, que no nos conducirán a nada. No le daríamos tanto poder a los miedos… Ni nos sentaríamos a darle millones de vueltas y revueltas a los deseos, mientras la vida transcurre … y se va… Quizás, tampoco dejaríamos marchar personas valiosas que amamos y solo esperaban UNA palabra para entrelazarse en nuestros brazos y acompañar el camino. ¿Quién nos inculcó el “Mito Highlander”? Si estuviésemos “algo despiertos” sabríamos que cada humano que pasa por nuestra vida deja huella. Que cada impronta es acorde a su naturaleza interior. Que la Luz deja Luz y las Sombras, se llevan nuestra Luz. Que toma tiempo saber quien es quien y otro tanto, recuperarnos, cuando esa experiencia fue dolorosa. Y sigue fluyendo el tiempo… tic – tac …. Que las oportunidades se nos presentan y siguen de largo si no estamos preparados. Que si queremos obtener resultados diferentes, debemos hacer algo distinto y que no necesitamos dejar pasar años para comprobar esta obviedad. Que el ruido, las formas, las relaciones furtivas, los vicios y las distracciones vanas no llenan vacíos, los acentúan. Que ser maduros no siempre implica cumplir años y viceversa. Que la violencia es un veneno adictivo. Que ganar la discusión tiene como premio un sabor amargo por el precio que pagamos. Que un abrazo convence mas que un grito. Y un grito solo muestra cuan inseguros estamos. Si comprendiéramos desde chicos que somos más que este cuerpo, más que este tiempo ilusorio que transitamos la Tierra, que tenemos alas inmensas replegadas y mucho mas que una chispa divina en medio del pecho, seguramente, no alimentaríamos la mediocridad del mundo y la oquedad que abunda. Si DESPERTARAMOS, quizás entonces, nuestras elecciones serían otras y nuestra calidad de vida también.