Las Estrellas El cielo estaba poblado de estrellas de
todos los colores. Parpadeaban continuamente sobre el negro cielo como
queriendo hacer cosquillas a la noche.
Un día
se dirigieron a Dios para formularle un ruego: «Señor Dios, nos gustaría
vivir en la Tierra con las personas, compartiendo su misma
vida.»
El Señor
concedió a regañadientes lo que le pedían. Intentó convencerles de que su
lugar estaba en el cielo. Pero insistieron tanto, que Incluso les permitió
mostrarse con el tamaño con el que son vistas desde la Tierra para
facilitarles su aventura.
Llegaron
a la Tierra en grupo, a principios del mes de agosto, aprovechando una
lluvia de estrellas de San Lorenzo. Algunas se acurrucaron en las torres
de las iglesias, otras fueron a jugar con las luciérnagas por los
campos, las menos se dejaron mecer en los árboles por la fresca brisa de la
noche, la mayoría se acercaron a las personas y contemplaron de cerca
sus rostros... y la Tierra quedó maravillosamente
iluminada.
Pero
transcurrido un breve espacio de tiempo regresaron presurosas al
cielo.
Al
verlas llegar tristes y cariacontecidas, Dios les preguntó el motivo de su
regreso.
Las
estrellas respondieron al unísono: «Señor, en la tierra hay mucha miseria,
hambre y violencia...
El señor
les dijo que no las había creado para que anduvieran por la Tierra. Les
repitió que su lugar estaba en el cielo, trazando órbitas inmensas,
jugando al corro con los astros y los planetas.
Cuando
se reunieron todas, Dios las contó. Con sorpresa descubrió que faltaba una
de ellas.
Un ángel
se acercó al Señor y le susurró al oído: «Señor, la que falta es esa extraña
estrella de color verde que protesta mientras traza órbitas por el
cielo... La que decía el otro día que ella no había nacido para deslizarse
entre los planetas. Parece ser que se ha quedado en la
Tierra.»
«¿Qué
estrella es esa?», preguntó el Señor. El ángel continuó informando: «Le
llaman «Esperanza». Es una diminuta estrella verde. La única que hay de
ese color.»
Dios la
recordó enseguida porque «Esperanza» era una estrella a la que reñía con
frecuencia. Últimamente tenía la manía de empujar suavemente a sus
compañeras mientras trazaban sus monótonas órbitas...
Miraron
de nuevo a la Tierra, por ver si descubrían a «Esperanza». Y finalmente la
hallaron allá abajo... Como era su costumbre, andaba repartiendo suaves
empujones de ánimo a las personas. Se fijaron un poco más y vieron como
«Esperanza» no empujaba a cualquier persona, sino tan sólo a aquellas que
estaban tristes, cansadas, rotas por el esfuerzo y el
dolor...
Las
estrellas del cielo comenzaron a cuchichear por lo bajo, criticando
duramente a «Esperanza» por haberse quedado en la Tierra y por andar
«molestando» a los humanos con su consabida manía.
Pero
Dios les hizo callar diciéndoles, al tiempo que esbozaba una sonrisa:
«Dejadla que siga allí, porque dando suaves empujones a quienes perdieron
las fuerzas para caminar, está mejorando mi Creación»
Y todas
las estrellas siguieron trazando órbitas. Todas, menos «Esperanza», que aún
anda repartiendo suaves empujones a quienes lo
necesitan.
a/d
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